Creación colectiva
Texto basado en poemas humanos de César Vallejo
Robert.-- Pero, algún indicio de algo, alguna señal de quien espera.
Carolina. - No recuerdo, pero su voz me parecía familiar.
Robert. - ¿No recuerda nada? Algún salida debe de tener este lugar.
Carolina. - Ya le he dicho que este lugar está encadenado, demasiado oscuro para poder encontrar algo, sólo sé que hay muchas escaleras, puede uno caerse si se descuida.
Robert. - Alguna puerta, por algún lugar debió haber entrado.
Carolina. - ¿Cuánto tiempo lleva aquí? No lo había escuchado.
Robert. - No recuerdo bien, creo que horas... he perdido la noción del tiempo. Y antes de llegar aquí, eso tampoco lo tengo claro, recibí una llamada, una voz familiar, me pedía con urgencia que nos viéramos, me dijo...
Indiana. - Esperarme en la ciudad de la luz
Robert. - No vive ya nadie en la casa -me dices- ; todos se han ido, la sala, el dormitorio, el patio, yacen despoblados. Nadie ya queda, pues que todos han partido. Y yo te digo: cuando alguien se va, alguien queda, el punto por donde pasó un hombre ya no está solo, solamente está sólo de soledad humana, el lugar por donde ningún hombre ha pasado. Las casas nuevas están más muertas que las viejas, porque sus muros son de acero o de concreto, pero no de hombres. Una casa viene al mundo, no cuando la acaban de edificar, sino cuando empiezan a habitarla. Una casa vive únicamente de hombres, como una tumba, de aquí esa irresistible semejanza, que hay entre una casa y una tumba. Sólo que la casa se nutre de la muerte del hombre, por eso la primera está de píe, mientras que la otra está tendida. Todos han partido de la casa, en realidad, pero todos se han quedado en verdad. Y no es el recuerdo de ellos lo que queda, sino ellos mismos. Pausa) ¿Está usted ahí?, no la escucho.
Carolina. - Aquí estoy.
Indiana camina.
Robert. - ¿A dónde va?
Carolina. - No me he movido.
Robert. - Perdón, escuché pasos, pensé que había sido usted.
Carolina. - Yo también escuché pasos, siempre me pasa, también escucho voces, susurros, carcajadas.
Robert. - ¿Voces? ¿Susurros? Eso más bien serían fantasmas, y esto no es un cuento.
Indiana. - No sólo en los cuentos hay fantasmas.
Robert. - ¿Qué dijo?
Carolina. - No he hablado.
Indiana. - Fui yo, también estoy aquí, al igual que ustedes no encuentro la salida.
Robert. - Qué alivio saber que no somos los únicos.
Indiana. - En efecto no lo somos, hace poco conversaba con alguien, que tampoco encontraba la salida. Pero perdí el contacto con esa persona.
Carolina. -(Riendo) Pensé que todos había muerto
Indiana. - Ahora no creo en nada ni en nadie. (Poema)
Robert. - Pero, creo que existe esa salida, debe estar ahí, esperándonos, creo que si avanzamos tomados del brazo podemos encontrarlas. Deslizamos los dedos sobre las paredes, hasta sorprender el relieve
Indiana. - No quiero.
Carolina. - ¿Paredes? No las hay, y cuando las veía, en cuanto intenté tocarlas, así se alegaban, hasta desvanecer.
Indiana. - Hoy es la primera vez que me doy cuenta de la presencia de la vida. ! ¡Señores! Ruego a ustedes dejarme libre un momento
Carolina. - ¿Para que?
Indiana. - Para saborear esta emoción, formidable, espontánea y reciente de la vida, que hoy por primera vez me extasía, y me hacer sentir dichosa hasta las lagrimas.
Carolina. – No veo que motivos tiene para estar feliz.
Indiana. – Mi gozo viene de lo inédito de mi emoción. Mi exultación de que antes no sentí la presencia de la vida. No la he sentido nunca. Miente quien diga que la ha sentido. Miente y su mentira me hiere a tal punto que me haría desgraciada.
Robert. – Me sorprende que no quieras encontrar una salida.
Indiana. – no piense que no me interesa, también tengo tiempo buscándolas. He encontrado puertas, pero no me he atrevido a abrirlas, por miedo a caer en un lugar peor que este. Además, para que salir, estoy seguro que nadie me espera.
Carolina. – Pienso lo mismo, de seguro a mí, tampoco nadie me espera. Todos han muerto (Poema)
Indiana. – Que le pasa.
Robert. – Me parece extraño que usted no quiera salir. Alguna razón debe llevar oculta.
Indiana. – no diga eso, ninguna razón tendría yo, mas allá de mi miedo.
Robert. – No será que usted, sabe algo que yo desconozco sobre este lugar.
Indiana. – no se que quieres decir.
Robert. – Usted sabe, que este lugar no esta oscuro como decimos, usted sabe que nosotros…
Indiana. - Esta oscuro solamente, acostúmbrese, tranquilízate.
Robert. – Como puedo tranquilizarme, este no es un momento humano, es un momento muy grave en mi vida.
Indiana. – El momento mas grave de mi vida estuvo en aquella batalla cuando fui herido en el pecho.
Carolina. – El momento mas grave de mi vida, es el haber sorprendido a mi padre de perfil.
Robert. – El momento mas grave de mi vida, estuvo en una cárcel en Perú.
Indiana. – El momento mas grave de mi vida, ha estado en mi mayor soledad.